viernes, 10 de junio de 2011

La Tuca de Mulleres... o sea, el Pico de los Tremedales

Parece que el Grupo Alpino Javalambre tiene intención de continuar con sus escapadas de junio al Pirineo, incluso este año repleto de actividades del 25 aniversario. Esta vez el objetivo es el pico Mulleres (3010 m), un tresmil bastante conocido y con fama de ‘fácil’, aunque todas estas grandes montañas siempre tienen algo que contar…

El pico o tuca de Mulleres, o Tuc de Molières en aranés, es el más oriental de los tresmiles aragoneses, situado ya en la divisoria -orientada de NW a SE- entre el valle de Benasque y la Vall d’Aran. Esta divisoria se inicia al norte en el Cap dera Picada (2591 m), punto de convergencia entre Francia, Aragón y Cataluña, y termina en la boca sur del túnel de Viella.


Debido a esta situación, el Mulleres es el mejor mirador del macizo de la Maladeta, que se extiende justo enfrente -mirando hacia al oeste- y con una orientación paralela a la de la divisoria de aguas. Ambos cordales montañosos están unidos transversalmente por la cresta de Salenques, que enlaza los picos de Mulleres y de Margalida, separando la cabecera del río Ésera (al norte) del valle de Salenques (al sur). Así pues, el río de Salenques se dirige hacia el SE en dirección al Noguera Ribagorzana, mientras que el Ésera discurre en su nacimiento hacia el norte, aunque describe enseguida un arco alrededor de las Maladetas que lo encauzará camino de Benasque.

El Ésera se origina por la confluencia de dos torrentes paralelos: el de la Escaleta, que surge al pie del Mulleres, y el de Barrancs, que recorre la base del glaciar del Aneto. Ambos torrentes se unen en el Plan de Aigualluts, donde un río ya bastante caudaloso desaparece en la sima del Forau de Aigualluts para seguir un curso subterráneo que lo llevará a reaparecer, 4 Km. más al norte, en los Uelhs deth Joeu ('Ojos del Judío'), en pleno valle aranés de la Artiga de Lin. De este modo, unas aguas que la orografía del terreno destinaba al Mediterráneo –vía Ésera, Cinca y Ebro-, atraviesan las entrañas calcáreas de la divisoria y se incorporan al Garona –procedente del Pla de Beret-, para terminar en el Atlántico.

Canino del Plan de Aigualluts. Al fondo, el pico puntiagudo de Aigualluts, que separa las entradas a los valles de la Escaleta (a la izquierda) y de Barrancs (a la derecha). Por aquí debería bajar un gran río, pero se lo ha tragado la tierra algo más arriba.

Río de Aigualluts poco antes de desaparecer en el Forau. Al fondo, glaciar de Aneto por encima del valle de Barrancs.

Aparte de este espectacular sumidero, Aigualluts y la Escaleta, como el Plan d’Estan y también la Pleta de Mulleres –en la vertiente oriental del pico- son bellos ejemplos de un fenómeno hídrico diferente, muy presente también en la zona y del que proviene precisamente el nombre de nuestro pico. El relleno de las cubetas lacustres de origen glaciar por materia vegetal que se descompone con lentitud -debido al frío clima de montaña- da lugar a humedales ácidos que con el tiempo se transformarán en carbón mineral, llamados en castellano turberas o tremedales, aiguamolls en catalán, y en aranés molièras o molières. Parece por tanto que el topónimo no tiene nada que ver con el plural de ‘mujer’, como pudiera pensarse.

Humedales en la parte baja del valle de La Escaleta.

La primera ascensión conocida al Mulleres tuvo lugar en 1879 por Henry Russell -quién si no-, que recuerda en sus memorias las facilidades de un pico que en su tramo final (por esta vertiente de la Escaleta) parece una colina donde únicamente los neveros persistentes y el ‘horror sublime’ de las cercanas crestas del Tempestades y los glaciares del Aneto nos recuerdan su altitud. ´Se podría hacer subir un asno, con tal de que tuviese buen carácter, el ardor de la juventud y un poco de amor propio’, llega a escribir el conde. Pero no olvida destacar por otra parte sus espléndidas vistas cercanas y distantes, mencionando entre ellas ‘el modesto cono azul e inclinado’ del Midi de Bigorre (al ONO), las crestas onduladas del Montarto (por detrás del Hospital de Viella), la Pica d’Estats, y una desconocida ‘cúpula árida y negra’ sobresaliendo hacia el E en las montañas andorranas, refiriéndose tal vez al Comapedrosa, el techo de Andorra.

Últimas rampas de subida al Mulleres. A la izquierda el collado de Mulleres que lo separa del Cap deth Horo, con menos nieve.

Crestas de Salenques y Tempestades y pico de Aneto, desde el Mulleres.

Al norte del Mulleres y sobre la misma cadena montañosa, se elevan el Cap deth Horo (2975 m) y a continuación la Forcanada o Malh dels Puis (2882 m), un dosmil pirenaico con renombre, debido a su esbelta belleza y a la dificultad de una cima bicorne y vertical muy diferente a la de la Tuca. El collado Alfred, entre la Forcanada y el Cap, fue llamado así por un cartógrafo olvidadizo que no recordaba el apellido de Alfred Tonellé, joven viajero que conquistó la Forcanada tres meses antes de fallecer de fiebre tifoidea a la edad de 27 años. Quedaría así truncada la prometedora carrera de un pireneísta destinado tal vez a suceder al viejo Russell, con quien había coincidido y congeniado poco antes en el refugio de Góriz.

Vista de la Forcanada por detrás del collado de Los Araneses, durante la subida al Tuc de Mulleres por la Escaleta.

Los itinerarios habituales de subida, algo largos aunque sin dificultades reseñables, siguen desde el oeste el valle de la Escaleta o desde el este el valle de Mulleres, que parte del Hospital de Viella, junto a la boca sur del túnel. En el primer caso, tras dejar los vehículos en el Plan de la Besurta (acceso libre excepto en julio y agosto), se sigue por Aigualluts para ir remontando los sucesivos resaltes del valle de la Escaleta, primero por praderas que esconden alguna dolina y después junto a pequeños ibones encajados al pie de la divisoria. Por último se avista una rampa final muy extensa -confusa con mala visibilidad- aunque con moderada pendiente, que se supera por nevero o pedregal, según el mes, para alcanzar la vistosa cruz metálica que marca la cima.


El descenso puede variarse pasando hacia Barrancs por el collado homónimo –aunque con menores comodidades y sin claro sendero-, con el fin de conocer ambos valles. La travesía E-W entre el Hospital de Viella y Aigualluts pasando por el collado de Mulleres (posible necesidad de crampones) es la opción más completa, que precisaría una combinación de vehículos. A diferencia de la Escaleta, el valle de Mulleres es muy profundo, y peligroso en invierno por las avalanchas. Pero cualquiera que sea la ruta, las vistas desde la cumbre nunca defraudan. Tenemos algunas imágenes de subidas anteriores, en un grupo más reducido y con bastante nieve al final de la primavera, pero seguro que esta vez volveremos con unas cuantas más.

Rellanos inferiores en el valle de la Escaleta, con la silueta bicorne de la Forcanada visible al fondo.

Cima de la Tuca de Mulleres.

Inicio del descenso.

Ibones todavía nevados en La Escaleta.

Último resalte en el valle de La Escaleta antes de Aigualluts en el camino de regreso.
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