Para el jueves se mantiene el tiempo completamente estable y ninguno de los dos tenemos problemas con las trepadas fáciles, así que optamos por la vía del espolón sur o de 'las escaleras'. Esta ruta no es actualmente la habitual del Monte Perdido, aunque sí que lo fue durante la primera mitad del siglo XIX, tras la primera ascensión documentada al gigante calcáreo a cargo de los guías fanceses Laurens y Rondó, que subieron desde Pineta, junto a un pastor de Bielsa, e inauguraron la vía de las escaleras en un dramático e incierto descenso que terminó felizmente cerca de Góriz.
La ruta aprovecha una serie de pedrizas inclinadas con rastros de sendero. Los resaltes rocosos o escalones que separan las pedrizas se salvan por pasos clave cuya dificultad nunca supera el II grado: ello quiere decir que se trepan bastante mejor que se destrepan. Hoy en día es mucho menos utilizada que la vía normal del barranco de Góriz, para la que ofrece una alternativa cuando la primera resulta comprometida por el hielo, o simplemente para evitar las largas filas que suben en verano al Perdido por el camino trillado. Este puede reservarse para la bajada, completando un itinerario circular que incluya o no el Cilindro entre los objetivos del día.
|
Ruta circular desde Góriz, con subida por las escaleras y bajada por la vía habitual.
Extensión al Cilindro (que no realizamos). |
Al discurrir sobre el espolón en lugar de por la vaguada, es más soleada, ventosa y seca que la vía normal, y de hecho no hay que esperar encontrar agua en todo el camino. A cambio, ofrece mejores vistas sobre los vecinos Cilindro y Pico de Añisclo, y también sobre Ordesa. En cuanto a amenidad, no hay grandes diferencias: bastante monotonía en ambas, interrumpida por la Ciudad de Piedra y por el Lago Helado en la normal, y por las trepadas en Las Escaleras, que tienen el aliciente añadido de pasar por una cima secundaria, la Punta de las Escaleras, de 3.027 m. Por duración, son equivalentes o ligeramente más larga la de las Escaleras (3:30-4 horas desde Góriz). Al ser más directa, la pendiente es también más dura, sobre todo en la cúpula final previa a la cumbre. Su grado (PD-) y características la hacen en definitiva recomendable para el ascenso, con buena visibilidad, y para excursionistas que ya tengan experiencia en el macizo por otras rutas.
|
Corredor de acceso a la vía de las escaleras, en la cota 2500 m. |
|
Primera pedrera tras el colladete de acceso a la vía de las escaleras |
La dificultad de los escalones aumenta progresivamente en sentido ascendente, si bien el primer peldaño consiste en una cornisa de poca altura aunque inclinada y algo estrecha, incómoda de subir.
|
Primer escalón. |
|
Primer escalón visto desde arriba. |
El segundo escalón, situado también por debajo de la Punta de las Escaleras, no pasa de ser un obstáculo entretenido como los que se hay en las rutas normales de múltiples picos fáciles. En este tramo, el principal inconveniente es el de un terreno desagradable y homogéneo, con sendero mal definido y pocas referencias al levantar la vista, que en malas condiciones puede causar serios problemas de orientación.
|
Segundo escalón. |
|
Punta de Las Escaleras, tresmil secundario, con el Cilindro detrás |
|
Torre de Góriz y collado de Arrablo. Detrás, cañón de Añisclo y Sestrales, y al fondo a la izquierda el Castillo Mayor. |
Desde la Punta de las Escaleras son claramente visibles los dos peldaños restantes, situados enfrente. El penúltimo tiene una profunda brecha hacia la derecha adonde conducen la traza de senda y los hitos.
|
Pasos clave de los dos últimos escalones, vistos desde la punta de Las Escaleras. |
|
Tercer escalón. |
|
Tercer escalón visto desde arriba. |
El último y más difícil de los resaltes se aborda en un punto en el que un gran bloque protruye entre dos grietas verticales, con cierta similitud con el famoso monumento de las caras de los presidentes norteamericanos talladas en roca del monte Rushmore, en Dakota del Sur. Los hitos nos llevan a trepar por la grieta a la derecha del bloque. Esta última escalera -o 'paso Rushmore'- puede requerir cuerda para dar confianza si hay personas inexpertas o indecisas en el grupo, y desde luego para descenderla con seguridad en rápel, para el que se encuentra equipada.
|
Cuarto y último escalón |
A partir de aquí ya solo quedan 150 metros de desnivel puro y duro hasta la cima.
|
Valle de Ordesa y punta Tobacor. |
|
Vistas hacia Marboré. Al fondo, Garmo Negro, Infiernos y Vignemale. |
|
Vistas hacia Pineta. Al fondo el macizo del Posets. |
|
Balcón de Pineta, lago de Marboré y brecha de Tucarroya. Al fondo el núcleo del Pic Long. |
|
Núcleo de Pic Long con teleobjetivo. |
Tras las fotos, bajamos al gran hombro que domina el Balcón de Pineta para almorzar. Después nos lanzamos Escupidera abajo, por unas pedreras que parecen cada vez más descarnadas con el paso del tiempo hasta el tramo inferior del corredor NW, donde continuamos por el espolón rocoso que delimita el nevero, con los grandes plegamientos del Cilindro siempre enfrente y la cubeta del lago helado visible más abajo en la cota 3000.
|
Característico paso de la cadena con un nevero persistente por debajo, en la ruta normal desde Góriz. |
|
Los bloques de la 'ciudad de piedra'. |
|
Barranco y refugio de Góriz. |
|
Clavijas de Soaso en el descenso. |
|
Dejando atrás el circo de Soaso, con Monte Perdido (izquierda) y el pico de Añisclo (derecha) por encima. |
|
Cascadas escalonadas de las Gradas de Soaso, con poco caudal al final del verano. |
.............................................................................
Y al día siguiente, nueva subida a Góriz, esta vez en compañía de unos amigos del club que se encontraban en Tramacastilla de Tena. Poco después de llegar nosotros al refugio, descienden de la cima Tomás y su grupo, que han adelantado también su ascensión al viernes por el mal tiempo. Tras las felicitaciones (con invitación a cerveza por su parte), continúan el regreso hacia la pradera, mientras nosotros damos un paseo por los alrededores del refugio antes de la cena y pernocta. No empezó a llover hasta última hora de la tarde, pero luego ya pararía poco, y por la mañana, un par de tormentas seguidas nos tuvieron bloqueados en la puerta hasta poder iniciar el descenso. Tal como estaba previsto, fue un día imposible para el Perdido y muy bueno para el caracol, ideal para disfrutar de la gran crecida de las cascadas de Ordesa, tanto de las habituales como de las que aparecían de pronto por cualquier torrentera...
.