lunes, 6 de agosto de 2012

Vía Royale al Mont Blanc por Goûter I: Del tranvía al refugio...


La ruta más frecuentada por los dos o tres mi excursionistas que intentan cada año adornar su curriculum con el gigante alpino sigue las pendientes largas y relativamente suaves de la arista de Goûter, que alcanzan la cima desde el noroeste, con la razonable dosis de peligro propia del entorno pero sin dificultades especiales. 



El punto de partida es la estación final, llamada Nid  d’Aigle, del TMB o tranvía del Mont Blanc, un tren de cremallera (tren turístico de montaña con un tercer raíl dentado para salvar fuertes desniveles) que parte de Saint-Gervais-les-Bains, a 590 m. de altitud y unos 20 km. de Chamonix valle abajo. El tren más alto de Francia fue inaugurado por secciones a principios del siglo XX, la última hasta el Nid d’Aigle en 1914, antes de que la I Guerra Mundial paralizase la idea inicial de llevar a los pasajeros hasta la mismísima cumbre del Mont Blanc, un proyecto que por suerte nunca se completaría.


Para abreviar el trayecto completo desde San Gervais (1:15 horas), suele atajarse tomando en la aldea de Les  Houches (a 9 km. de Chamonix) un teleférico que enlaza con la estación de Bellevue, parada obligatoria del tren de cremallera en el collado del mismo nombre, a 50 minutos de su estación de origen y 1800 m. de altitud. Al día siguiente, y con la cima en el bolsillo si ha habido suerte, habrá que volver a tiempo de tomar el último tren de regreso.


Este trasiego de remontes mecánicos, que se aprovechan para el esquí en invierno y para acercar al turista estival los grandiosos paisajes de alta montaña, forma parte de la logística de muchas ascensiones alpinas. Por un módico precio, o no tanto, nos ahorramos los niveles menos exclusivos de la gran cordillera, bosque y prado, que alargarían fácilmente cualquier conquista al menos en una jornada.


El Nid d’Aigle (2372 m) está en la morrena lateral del glaciar de Bionnassay, en pleno dominio ya del reino mineral. Piedra y laderas nevadas se mezclan en esta jornada de aproximación al refugio de Goûter (3817m), pasando de largo por el de Tête-Rousse (3167 m), en el pequeño circo del mismo nombre.

Uno de los pasos más característicos del recorrido atraviesa un amplio corredor nevado que desciende como un tobogán desde la misma atalaya de la Aiguille du Goûter, donde se encuentra el refugio. Este Gran Couloir concentra la caída de piedras desprendidas desde lo alto, por causas naturales o provocada por el paso de otros alpinistas, justificando su inquietante denominación popular de ‘la bolera’.


La tensa travesía en diagonal del gran corredor se hace necesaria para ganar el espolón opuesto, por donde continúa la ascensión por un terreno mixto, rocoso con zonas de nieve endurecida, y cada vez más pendiente (casco y crampones imprescindibles), equipado con cables de acero en los pasos más verticales que preceden al refugio.


Se avanza acariciando la roca y sin agarrarse mucho con el fin de no alimentar la bolera. Si se para a almorzar, hay que vigilar la mochila, que puede volar cresta abajo al menor descuido. Viendo algún parapete volar a nuestro mismo nivel, o por debajo, uno puede tener la sensación de estar alejándose mucho de la civilización y de que, tras el cambio de pendiente al final del espolón, un paisaje muy diferente espera …


Continuará...

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